viernes, 25 de noviembre de 2011

GREGARIOS


Hoy os voy hablar de esos ciclistas que hacen el trabajo oscuro los gregarios cuyo trabajo es estar pegados y ayudar a su jefe de filas en lo que sea. Para los gregarios es muy duro para su ego personal aceptar su papel de pegarse como una lapa a su jefe de filas y comprobar cómo los medios de comunicación, que ignoran por completo su labor, dan coba a sus compañeros de equipo por colarse en algunas fugas permitidas. Ellos, que cumplen órdenes estrictas del equipo de quedarse permanentemente llevando y protegiendo a su líder, no recibía sin embargo ni la más mínima mención en prensa. Algo parecido les ocurren también con sus familiares y amigos, que sin ninguna mala intención le recordaban constantemente que apenas se le veía en televisión. Me dijo que incluso había llegado a tener la sensación de que habían empezado a dudar de si su rendimiento era o no el óptimo. Afortunadamente para él, tanto su equipo como su capitán de ruta estaban encantados con su labor.
Para el que no conozca la ingratitud del rol de ser “la sombra” de un capo, citaré a continuación algunas de las muchas tareas que desarrollan día tras día en una gran vuelta y que apenas son visibles. Durante las etapas llanas, que son normalmente las que más tensión y desgaste mental conllevan, deben ubicarse casi permanentemente entre la posición 20 y 30 del pelotón. En los días de viento, protegerle de las ráfagas, tanto frontales como laterales, para que economice el máximo de energía. Esto último supone ir comiéndose todo el aire, con el consiguiente desgaste físico acumulado que, con paso de los días, supone un importante lastre. Acompañarle cuando decide parar a hacer sus necesidades, para remontarle posteriormente hasta el pelotón. Recoger sus prendas de abrigo cuando el tiempo mejora, cargar con ellas y llevarlas al coche o hacer el camino contrario si el día va a peor y hay que bajar hasta el vehículo de equipo a por la vestimenta adecuada. Proporcionarle tanto líquido cómo alimento sólido cuando el líder no haya podido coger la bolsa correspondiente en las zonas de avituallamiento o cuando lo necesite. Hacer el último esfuerzo antes de un puerto duro o de una zona complicada para dejarle en una posición ideal para afrontar los momentos clave de la carrera. Por no hablar de la parte psicológica que también tiene vital importancia. Ayudarle a mejorar los momentos de debilidad mental, convencerle de que puede estar con los mejores o que puede optar a la victoria, quitarle de la cabeza un posible abandono o una pérdida excesiva de tiempo. Y así podría nombrar otras muchas labores que pasan desapercibidas al gran público y que sin embargo suponen un enorme esfuerzo, tanto mental como físico, para el gregario en cuestión.
Lo cierto es que, por naturaleza, los seres humanos necesitamos de vez en cuando un ‘chute’ de ego y sentir ese subidón tan necesario para ser capaces de seguir enfrentándose a la vida con todas las ganas del mundo. En el caso de los ciclistas profesionales, esta cuestión adquiere una dimensión superior. La mayoría de ellos empezaron con el ciclismo desde muy jovencitos. Casi todos estaban acostumbrados a ganar en las categorías inferiores y a llevar el trofeo y el ramo de flores a casa en numerosas ocasiones, y de repente eso cambia radicalmente al llegar al campo profesional. Las jerarquías son mucho más estrictas, cada uno tiene que asumir su papel, y ahí es donde radica la dificultad. El mundo del deporte de élite y más concretamente el del ciclismo ‘pro’, es una selva donde la lucha por sobrevivir es constante y donde sólo los ganadores tienen el reconocimiento, mientras los demás pasan casi desapercibidos. Por eso son muy pocos los que aceptan el papel de ‘currante’ a cambio de renunciar a cualquier éxito personal, y por eso creo que es de recibo no sólo acordarse sino también honrar como se merecen a todos aquellos que sacrifican sus objetivos e ilusiones individuales a cambio de salvaguardar los intereses de un líder que es quien se lleva la fama, los titulares y la memoria histórica de este deporte.
Todos nos acordamos de quién ha ganado el Tour. Puede que hasta nos acordemos de quién ha terminado sexto y séptimo por su reciente finalización, pero en muy poco tiempo nadie se acordará del trabajo que hicieron “las sombras” durante la carrera. Desde aquí me quito el sombrero y muestro mi más sincera admiración por todos aquellos ciclistas que en algún momento fueron capaces de dejar de beber el último trago de su bidón para ofrecérselo a su jefe de filas. Adjunto la fotografia del que para mi es el mejor gregario de la actualidad George Hincapie, os recuerdo que ha sido la sombra durante muchos años de Lance Armstrong ahora lo es de Cadel Evans.

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